Uno de los grandes referentes de la música gótica es, sin duda, Bauhaus. Peter Murphy, David J, Kevin Haskins y Daniel Ash fundaron la banda en Northampton en 1978, tomando su nombre de la escuela de diseño alemana Bauhaus creada durante la segunda decada del siglo XX, aunque en un principio se llamaron Bauhaus 1919, perdiendo la última parte antes del primer año. A pesar de que había bandas precursoras del estilo gótico, muchos consideran a Bauhaus la primera banda gótica. Bauhaus combinaban un gran número de influencias punk y glam rock. Su sonido influyó, inspiró y llamó la atención sobre un conjunto de grupos post-punk generando el estilo intenso y triste que acabó siendo el rock gótico.
Go Away White supone su primer album de estudio en 25 años. Era algo que ya se veía venir, desde que, primero en 1998, y luego en 2006, los cuatro originales se reuniesen en sendas giras. En 2007 la banda anunció que trás unos días en estudio habían dado forma a un nuevo y definitivo disco de estudio, ya que incluso antes de la publicación del disco, Bauhaus esta oficialmente disuelto...de nuevo. Go Away White es un buen disco, bastante satisfactorio viniendo de un siempre temible ‘disco de retorno’. Grabado en dieciocho días, con todo el grupo tocando a la vez y dando primeras tomas como buenas, parece como si la banda hubiera querido aprovechar la inercia de tantos meses de gira. Esto se nota en parte en el sonido del álbum, bastante rockero en un principio para lo que nos venían ofreciendo tanto Murphy como Love & Rockets en sus últimos discos.
Comienza el disco con el riff de guitarra de “Too Much 21st Century”, y que marcará el tono de la primera mitad del álbum. “Adrenalin” sigue en esta tónica pero mejorada (es probablemente el mejor tema del disco) y “Undone” recupera para la ocasión los teclados, creando un agradable atmósfera de ensueño que remite nostálgicamente a sus años de esplendor. Después, tanto “International Bulletproof Talent” como “Eternal Summer of the Damned” recuerdan bastante a los mejores Love & Rockets, los de “Express” y “Earth, Sun, Moon”.
Una vez traspasado el ecuador, nos encontramos con la parte más calmada y misteriosa del conjunto (exceptuando “Black Stone Heart", más afín a los temas recién escuchados), y también la más difícil. Temas largos y menos evidentes que los anteriores; de melodías abstractas y casi etéreas (“Saved”); repetitivas líneas de bajo y guitarra que inducen al trance (“Mirror Remains”); y que finalmente conducen a una suerte de oscura explosión (“The Dog’s a Vapour”), para acabar finalmente de lleno en el onírico misterio (“Zikir”); producen una sensación parecida, pero más madura, a la lúgubre extrañeza de sus discos de antaño, aquellos maravillosos “In the Flat Field”, “Mask”, “The Sky’s Gone Out” y “Burning From the Inside”.